Según me han dicho, hoy ha sido el día del refugiado.
Y con varios refugiados, o, por suerte, ex-refugiados, hemos convivido en los últimos días.
Personas que tuvieron que huir de su país para salvar su vida, dejar lo poco que tenían a sus espaldas y cruzar el Tanganica con destino Tanzania, en una carrera hacia adelante por sobrevivir.
Personas como Faines, que cuando regresaron a Burundi del campo de refugiados se encontró con que sus tierras ya no eran suyas, y tuvo que volver a ganárselas desde cero.
O Emanuele, que tuvo que huir a campos de refugiados dos veces, y, pese a ello, al igual que Faines, consiguió recuperar sus tierras, cultivarlas, y poco a poco, con mucho esfuerzo, generar a su alrededor no sólo una familia, sino una comunidad.
Sus historias son desgarradoras y duras, y lo que más impacta es ver como te lo cuentan, sin dramatismo, con serenidad, pero con el peso en sus palabras de quién ha sufrido más de lo que cualquiera de nosotros, en nuestra España de mierda, es capaz de imaginar.
Sus relatos formarán parte del cómic que realizaré a mi regreso a España. Pero los protagonistas de dicho cómic no serán ellos.
El protagonismo recaerá en los niños, que son sin duda los que más me han impactado, niños llenos de barro y vestidos de harapos, niños con la cara sucia y el estómago hinchado.
Pero con los ojos llenos de vida, y la sonrisa de gatillo fácil, niños que alucinan como un chaval de Minessota o de Madrid cuando le regalan la Playstation 4 con el mero hecho de ver su cara en la pantalla de tu teléfono móvil cada vez que les haces una foto.
Los niños sin espejos.
Ya tengo título para mi historieta.
Un lujo contar con David. Un lujo saber que a través su trabajo Burundi estará un poquito más cerca de España, que más gente conocerá los desafíos a los que la población burundesa se enfrenta día a día. Espero que entre esa gente se encuentren aquellos y aquellas que sin ver mucho más allá de sus ombligos, deciden cortar, sin más, la ayuda a la cooperación.
Gracias David por abrir al país que me da la nacionalidad una ventana hacia “mon petit pays d’accueil”. Burundi, un país frágil y de gente fuerte al mismo tiempo. Un país en que le llaman “crisis” a la guerra.
[…] entonces pudimos compartir a través de este blog algunas crónicas del autor como aquella en la que, además de hablarnos de la historia de varias de las personas que […]