Avelino Sala. Filipinas. Cuadernista. Viñetas de Vida
Enrique Flores. Filipinas. Cuadernista. Viñetas de Vida
Han avanzado los días en las tierras de Filipinas y creo que finalmente empiezo a entender cómo funciona este país.
Aclimatados al calor justo cuando se acerca ya la vuelta. Durante estos días hemos pasado por diferentes estadios de abundancia y escasez y al comprender que las cosas no siempre son lo que parecen uno se da cuenta que lo que importa es replantearse lo que hacer. En las pequeñas islitas del norte de Cebú la situación era dramática, entre los campesinos que deambulan entre el final del coco y el principio de otras plantaciones hay esperanza pero también hay resignación.
Yolanda ha hecho lo que ningún otro tifón logro, tabula rasa en un país que no deja de ser a la vez Paraíso e Infierno. Escribo esto desde el ferry que va desde Ormoc a Cebú de vuelta para coger el avión a Manila, donde concluiremos mañana con la gente de la organización. Pienso que el viaje como ejercicio de conocimiento sobre la otredad es absolutamente necesario y en este caso el viaje por las Filipinas ha hecho encontrar una grieta en un lugar que comienza aquí pero que seguiré habitando en una Barcelona repleta de historias. Las piezas (posibles) se amontonan dentro de mi cabeza entre planos secuencia, posibles esculturas, artesanías transformadas y mas de cuatrocientas fotografías de techos acerca de un país en el que durante bastante tiempo se sigue demandando lo mas básico.
Esto es: Un lugar con una lona o chapa donde poder resguardarse. Los únicos que tienen asegurado ese techo en este lugar son aquellos que como nosotros han venido a observar e intentar ayudar, pero también los gallos de pelea con caseta propia incluso en las casas que faltaba el tejado, y puede que sea esa raza de animal la que probablemente encarne de alguna manera el espíritu de la gente de este país, que tras el paso de la ola devastadora se han levantado como si nada, esperando la próxima marea.