Lo que podemos ver

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Sonia Pulido. Artista del cómic. Cuadernista de Viñetas de Vida

Después de 10 horas de vuelo, llegamos a Bogotá. La primera impresión es la de caos. Toda tu occidentalizad sacudida en un momento. Caos de vegetación, caos de tráfico, caos urbanístico… Una explosión de vida. Gente por las calles, autobuses llenos de adolescentes que se van de fiesta, trabajadores que vuelven a sus casas, grupos que salen a cenar, a tomar algo… Dejamos las cosas en el hotel y decidimos irnos a cenar. Estamos cansados, ya no sé a qué hora correspondería la hora que estoy viviendo aquí y es mejor acomodarse cuanto antes a la hora local. Salimos a la zona de restaurantes, nos movemos en taxi, es lo que nos han recomendado antes de viajar y también en el hotel. Se aprecian ya los primeros contrastes.

De vuelta al hotel, intentamos descansar algo. Pero claro, es inevitable que a las tres de la madrugada el jet lag haga de las suyas.

Al día siguiente comienza nuestra agenda, que se presenta intensa. Nos entrevistamos con Iván Cepeda, político y defensor de derechos humanos, en el restaurante del hotel y lo que nos cuenta comienza a dejarnos sin palabras. Es difícil tragarte el desayuno ante el testimonio de este hombre, amenazado de muerte y con una historia personal que te deja temblando. Nos pone un poco en situación, nos presenta una historia de país realmente compleja

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Después salimos para Soacha, donde vamos a entrevistarnos con las madres de los falsos positivos. Es el único tema sobre el que he leído algo y me ha puesto los pelos de punta. Simplemente no puedes dar crédito. Un crimen cometido por el estado, en un estado supuestamente democrático. DEMOCRÁTICO. Y no son crímenes lejanos, no. Los primeros casos se conocen en el 2008. Intento prepararme para lo que nos vamos a encontrar, pero la realidad va a superar siempre lo imaginado en este viaje. Empezando por el planteamiento de las mismas entrevistas.

No es una reunión con todas ellas, sino que tenemos la suerte de poder ir a las casas de cada una, de entrar en sus humildes viviendas, porque este es un barrio humilde, muy humilde, de ver los cuartos de los chicos, de poder hablar una con una. PUM. Un golpe en el estómago.

A veces es difícil contener los sentimientos cuando una mujer te mira a los ojos y te cuenta como descubre que los militares, al servicio del estado, le han matado a su hijo con total impunidad. Y cómo encuentra el cadáver, y como es todo el proceso previo, los desaires, el velado desprecio. Y te das cuenta que es una pesadilla y no logras entender cómo pueden seguir con su vida, como incluso, puede tener cabida el sentido del humor. Y ahí no puedes si no admirarlas, admirar su tesón, su fortaleza y su determinación. Porque es una lucha de mujeres, que quieren saber la verdad de lo ocurrido a sus hijos.

Mujeres que sufren amenazas, mujeres que tienen otros hijos que han de huir, por miedo a las represalias. Mujeres que se unen, mujeres fuertes. Mujeres, que pese a todo, hacen visible lo ocurrido. Y lo que se puede ver, existe.

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