Al llegar a casa, después del viaje, necesitaba contar el viaje, todo lo vivido, las sensaciones, la complejidad de la situación, la valentía de la gente, su lucha y mi rabia, la impotencia, la incredulidad.
Tenemos conocidos y amigos colombianos, y comentábamos el viaje y todas las sensaciones, eran muy interesantes sus posicionamientos, su mirada sobre su propio país. Pero no podía coger un lápiz.
Respecto a la historia, de alguna manera estaban claros los temas en los que poner el foco, lo difícil iba a ser enlazarlos… No lo tenía nada claro.
Era una de las preocupaciones, como articular todo el material. Y no podía coger un lápiz. Y esta era otra preocupación, porque siempre piensas que cuanto más cerca en el tiempo tengas lo vivido, más fácil será traducir de manera “fiel” la experiencia. Pero no podía coger un lápiz. Y pasaban los días. Y pasaban las semanas.
Hasta que al final me puse a ello, había un compromiso que cumplir. Lo más fue difícil encontrar ese hilo conductor (la palabra hilo no es casual, dado el título de mi historia), la articulación de toda la historia. La fluidez, la narración. Combinar los diferentes temas tratados. Después de muchas pruebas y combinaciones, surgió, de manera casi natural. La tierra. El poder. El dinero. El poder. El dinero.
Ahí comenzó una segunda parte, muy dura. Releer testimonios, ver vídeos, leer entrevistas, datos, buscar documentación gráfica.
Mis carpetas sobre el proyecto eran una recopilación macabra. Muchas veces se me hacía un nudo en el estómago. Y de todo eso, o con todo eso, intentar hacer algo “fiel” a lo vivido, pero caminando por una delgada línea roja, para no caer en sensacionalismos, en el impacto fácil y amarillento, en la carnaza…
Mostrar de una manera respetuosa y sin efectismos lo importante que era la cooperación internacional en la realidad de Colombia. Y también estaba la cuestión estética. ¿Era lícito hacer o pretender hacer algo “estético”, algo interesante y estimulante a nivel estético de unos temas tan terribles? ¿Era lícito utilizar imágenes “armoniosas” para contar cosas tan duras? Recuerdo una noche, mientras le enseñaba unas páginas recién terminadas a mi pareja, cuando me miró y me dijo: “Wow, son muy bonitas.” Se quedó pensando y me dijo: “No sé si está bien decirlo, porque lo que aparece es durísimo, lo que se cuenta es terrible…”
Y lo mejor, lo mejor de este proyecto que tiene tantas cosas buenas (el viaje, las experiencias, las gentes encontradas, la superación, la lucha, la fortaleza, la valentía, el valor de lo compartido, Pablo, Arantxa, Manuel, Alejandro, los compañeros de Oxfam Intermón, mis colegas dibujantes…): el componente social, de agitación, de crítica, de un trabajo de creación. Un camino por el que quiero seguir caminando.
Una obra, en este caso una historia, una historieta, un cómic, comprometido, que quiere denunciar y señalar y mostrar que la ayuda funciona, que salva vidas. Muchas gracias por permitirme vivir esta experiencia. Muchas gracias.